En el derecho laboral, surgen situaciones donde la responsabilidad de las partes no se refleja claramente en la normativa. Esto se evidencia especialmente en las responsabilidades del trabajador, ya que la normativa en este ámbito suele ser bastante protectora con esta parte, reconociéndola como «débil» en el vínculo laboral. Este enfoque limita la responsabilidad del trabajador, lo que dificulta en muchas ocasiones exigir el cumplimiento de obligaciones que, normativamente, sí se imponen al empleador.
Este fenómeno se manifiesta claramente en el proceso de terminación de la relación laboral. Una primera situación se presenta en el preaviso, donde es obligación del empleador notificar al trabajador su decisión de dar por terminado su servicio. Sin embargo, en el caso del trabajador, tiene la posibilidad de finalizar la relación laboral de manera inmediata, sin necesidad de preaviso ni consecuencias. Por lo tanto, es importante señalar que el proceso final de entrega o traspaso de responsabilidades laborales no es un requisito para el trabajador. En consecuencia, no existe una herramienta que permita obligar al trabajador a entregar su puesto o llevar a cabo un proceso de traspaso cuando ya no hay un vínculo laboral.
De esta manera, se parte del principio de respetar la autonomía del trabajador en su decisión de finalizar la relación laboral. Aunque esto pueda generar algún impacto dentro de la empresa, no puede condicionar ni detener el proceso de desvinculación, como tampoco el pago de las deudas laborales. Esto no solo perjudica al trabajador, sino que también constituye una práctica poco ética por parte del empleador.