Actualmente, es importante tener claro que estas dos modalidades de trabajo se caracterizan por ser ejecutadas a través del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, dado su carácter no presencial. No obstante, aunque ambas se realizan mediante la virtualidad, a menudo suelen ser confundidas debido a ciertas similitudes. Sin embargo, es necesario tener claras sus diferencias, lo cual nos permitirá identificar el tipo de prestación al que nos enfrentamos cuando se menciona alguna de estas dos figuras.
El Trabajo en Casa se refiere a la realización de labores propias del trabajador desde su domicilio. Esto no requiere necesariamente el uso de medios tecnológicos o herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y no existe un marco legal específico en cuanto a sus condiciones. Su principal factor diferencial es que se da por la ocurrencia de una situación ocasional o excepcional ajena a la voluntad del empleador o del trabajador.
Por otro lado, el Teletrabajo se caracteriza por la prestación del servicio desde un lugar diferente al habitual. Una de las diferencias clave es que es necesario que, desde un inicio, se suscriba un acuerdo entre el empleador y el trabajador. Además, aunque la prestación del servicio no sea de manera presencial, esto no implica una desmejora laboral en ningún aspecto, ya que el trabajador mantiene las mismas obligaciones y garantías constitucionales.
Entre las ventajas del teletrabajo se encuentran la mayor flexibilidad y autonomía para el trabajador, así como un posible incremento en la productividad y eficiencia, lo cual beneficia al empleador.
En resumen, el Trabajo en Casa es la prestación del servicio desde el domicilio del trabajador debido a un suceso excepcional, mientras que el Teletrabajo es la prestación del servicio desde un lugar diferente al habitual, recordando que existen diferentes modalidades de teletrabajo.
